domingo, 10 de julio de 2011

Des-pedidas

No sé porque despedir se llama así, es la combinación de "des" y "pedir". Literalmente sería lo contrario de pedir, la negación de este verbo.

Y no, yo pido en las des-pedidas, pido que no se vayan, que se queden, que no tenga que sentir esa desazón, esa perdida, de que no sólo se va esa persona, si no que irremediablemente algo más se va detrás de ella; hablemos de momentos, de historias, de ese tiempo que no volverá...de la vez siguiente, si nos vemos, ya no seremos los mismos que en el momento en el que nos des-pedimos.

No me gusta el nombre des-pedir, y no me gustan las des-pedidas.
Hay muchas clases de ellas: las que ocurren para siempre, te abrazas sabiendo que será la última vez que te veas, aunque digas tímidamente y con un hilo de voz "hasta luego".
Hay otras que son momentáneas, te verás, lo sabes, no sabes cuándo, pero hay algo que te une a la sensación de que sí, la vas a ver, dos mundos diferentes pero que encontrarán un lugar común.
Muchas de ellas son casuales, sólo pasarán unos días, unas semanas o escasos meses hasta que volváis a teneros delante, pero habrá tristeza en el tiempo, en saber que no va a haber tacto, miradas, complicidad en centímetros.
Las hay en las que uno se queda y otro se va, se va, fuera del universo, no sabemos a dónde, no sabemos si realmente se ha puesto de viaje o ha sido una simple y real desaparición.

Insisto, no me gusta el nombre des-pedir, y no me gustan las des-pedidas.

Perdonarme por ello, que no me des-pedida ...

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