martes, 26 de julio de 2011

El olor de esos veranos

Los veranos me siguen oliendo a tomillo de Otherland, a sal de Salou, a agua mojada del jardín de casa de mis padres, a chorizo de pamplona sudoroso del sol en la Piscina de las Delicias.

Es curioso, ahora que estoy relajada, oyendo el aire, sin oler lo que hay en el presente, me vienen todos esos olores del pasado, de mis veranos. Un segundo, vienen más, se están agolpando. Este olor lo siento, pero me está costando reconocerlo, sí es la fragancia de Luis, el día que nos besamos en un parque de Otherland, era un perfume que salía de su cuello y me abrazaba. Se acerca otro, creo que es olor a frío, sí ese olor que te penetra no sólo por tu piel, si no que lo respiras en lo alto del Cabezuelo de Otherland, y te abrazas o le abrazas y hueles al frío de verano. Creo que mi madre está haciendo tortilla de francesa, me llega el olor del aceite impregnando el pan mientras se desprende de la amalgama de huevo. Mi padre ha traído manzanilla, me lo dice mi nariz. ¿No lo estáis oliendo?


No estoy oliendo el presente, todos los olores me están haciendo vivir el pasado, esos veranos de la niñez, cuando aún creía que siempre serían así, gracias a los cuales yo soy así. Porque respiré, inhalé, esnifé...cada segundo, cada momento, cada instante convirtiéndolo en un todo personal presente que no debo a los olores, sino a los creadores de ellos.

Gracias por mi feliz infancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario