lunes, 21 de marzo de 2011

Adiós

Surgió en el segundo día con Félix Romeo un ejercicio a realizar. Félix Romeo es un escritor zaragozano con un halo muy interesante y una mirada de no implicación personal con nadie, al hablarle te muestra una evasión del contacto personal que no quiere esconder (o quizá era sólo con los mundanos estudiantes del taller de escritura). Hablar con él, me hacía sentir vacío, siempre me pasa cuando comparto palabras con gente que no me quiere contar.

Volviendo al ejercicio, había que escribir de forma libre, sin reglas prediseñadas un crimen. Durante el fin de semana de convivencia con los compañeros surgieron frases y guiños internos que resultan menos atractivos desde fuera. Sólo para que sirva de aclaración, los checos tienen una tradición que es quitarse los zapatos antes de suicidarse, como símbolo que lo hacen conscientemente .

Aquí el texto, sin correciones post-taller y ausente de calidad:

"Todo comenzó cuando Félix propuso el nuevo tema del ejercicio, “Quiero que escribáis un crimen, no hay límite de palabras por frase”.

Fue extraño, empecé a recibir todos los pensamientos de mis compañeros (creo que la conversación de la hipnosis con Verónica de ayer se anidó en mi subconsciente).

Rosario escribía velozmente en el ordenador, el boli de Marta volaba sobre el papel, María Ángeles dejó de sentir frío, se quitó el abrigo. Carlos acaba de unir unas bonitas palabras que sentenciaban el asesinato de una mujer hermosa. Rosa tenía las manos manchadas de sangre. Octaviano dudaba entre usar un crampón o dos, para rematar el cuerpo ya sin vida del protagonista de su historia. Decidido, dos, uno en casa mano.

Las ideas, las palabras, las frases, la sangre seguían agolpándose en mi cerebro, ¿quién estaba vestida de uniforme de marinera ideando una venganza cruel?, ¿quién se había ido a Illinois a matar a un pobre campesino?

El flujo aumentaba, notaba más violencia, más odio… Lucy lo ha acabado, sí ha matado a su exnovio japonés, tenía dudas al principio….Javier ha atado una soga con un perfecto nudo en el cuello de Andrés, el “muerto” de su relato.

¿Cómo pudo seguir aumentando la tensión? Ya no discernía entre tanto dolor. Sí, tengo miedo. ¿Qué hora era?, la una y treinta. Creo que no resisto hasta las dos, enloquezco. Me voy a quitar los zapatos, como si fuera checa, será rápido….una pastillita hecha en mi laboratorio.

En el móvil pone Carmelo, es mi padre, llamar a él, mi madre siempre ha sido más débil."

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