viernes, 25 de marzo de 2011

El vendaval

Pedro se agachó y recogió los trozos de cristales desparramados por el suelo. Es curioso  como el cristal templado es capaz de destemplarse en una infinidad de pedazos con formas similares pero nunca idénticas, un puzzle imposible de reconstruir, una vida difícil de combinar, en la que sobra esta parte, en la que no encaja aquel fragmento, en la que no se encuentra la pieza cable para continuar.

El vendaval había sido más fuerte de lo que esperaba. Empezó con una ligera brisa, sólo molesta para su cotidianidad, pero solucionable con pequeñas destrezas domésticas; más gomina en su pelo (aunque la odiaba), paseos sujetando su gorro (lo que le impedía fumar) y no quedar en la terraza del bar de Pascual, ni en el bar de Pascual (era un bar-terraza) .

Pero el anticiclón estaba más sediento, y la brisa se convirtió en rachas de aire fuerte (según escuchó Pedro decir a la señora del tiempo). Todo empezó a ser más complicado. La gomina ya no hacía efecto, el gorro volaba desde su cabeza en busca de otras nuevas y el viento se había llevado al bar-terraza de Pascual. La única forma de no sentirse molesto, era estar en su casa, bajo la protección de un techo que sentía suyo y de unas paredes que parecían construidas para aislarle del viento exterior.

Pedro se agachó y recogió los trozos de cristales desparramados por el suelo. Es curioso como una brisa, se convierte en rachas de aire fuerte y acaba siendo un vendaval incontrolado, se dijo Pedro así mismo y continúo. Quizá, me debería haber dado cuenta que la molestia de la brisa, la incomodidad de las rachas de aire fuerte, podían confluir en un vendaval incontrolable, que haría pedazos lo que tengo. Lo bueno, que cuando algo se ha roto y no se puede arreglar, es que ya no tienes que justificar que te guste y puedes seguir adelante. Pedro susurro esta última parte (quizá para hacerla más íntima) con un gesto de tranquilad, y cogió una bolsa de basura donde metió su bote de gomina, su gorro y los cristales destemplados (antes templados) de ese puzzle que era imposible de redefinir.

 Lo tenía claro, estaban rotos y no le gustaban.

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